jueves, 6 de diciembre de 2012

Eduardo J. Corso, un canario arisco, agudo y principista


Los almuerzos transcurrían en silencio en muchos hogares de la campaña oriental en las décadas de 1960 y 1970. No se podía hablar porque el que hablaba era el doctor Eduardo J. Corso. A través de la radio desgranaba lento su "Diario del campo".


En la audición mezclaba comentarios de toda índole, inclusive políticos, con información sobre mercados: cuánto valía la carne en los frigoríficos, cuánto pagaban por la lana las barracas, cuánto las hortalizas, qué valían los insumos agropecuarios, desde un litro de combustible a un poste para alambrados. Y cada día cerraba su charla con un rotundo: "Hasta mañana, si Dios quiere".

Entonces no había electricidad en la mayor parte de las áreas rurales, ni teléfonos ni televisión. Los caminos eran horribles y los diarios llegaban amontonados con una o dos semanas de atraso. La radio era el hilo mágico que unía a las personas desperdigadas de la campaña con Montevideo, la todopoderosa capital, y con el mundo.



RAZÓN DE VIVIR. Eduardo J. Corso murió en la madrugada de ayer, miércoles 5 de diciembre. Cargaba sobre sus hombros 92 años de edad y 70 de periodismo, al que un día definió como "la razón de mi vida".

Estudió en el Colegio Pío y en 1942 fundó en su pueblo natal, San Ramón, departamento de Canelones, el periódico gratuito La Lucha. Muchos años después también practicaría el periodismo escrito en medios como el semanario Marcha y los diarios El País, La Mañana y Últimas Noticias. Escribió varios libros, como Entre la espada y la nada, una recopilación de artículos periodísticos.

Se recibió de abogado, se especializó en Derecho Tributario y contribuyó a organizar los Sindicatos Cristianos Agrícolas, fundados por el sacerdote salesiano Horacio Meriggi. Fue docente de idioma español e historia en los colegios Juan XIII y Maturana.

Inició su "Diario del campo" en 1949, por recomendación del médico y político católico Salvador García Pintos, y lo mantuvo hasta pocos años antes de su fallecimiento. "Diario del campo", paradigma en su tiempo de difusión de temas rurales, se transmitió por diversas emisoras radiales, entre ellas Sarandí, Oriental, Continente y Rural. Corso sabía de lo que hablaba: él mismo fue productor rural, primero con tambo y luego ganadero.


PARAÍSO E INFIERNO. Católico conservador, anticomunista, practicó el periodismo de opinión con un lenguaje frontal que le significó grandes adhesiones y muchos enemigos. Creó opinión sobre todo en la campaña, que hace medio siglo estaba más poblada que hoy. Si se escuchaba a Corso y se lo adoptaba sin reservas, entonces Nueva Zelanda era el Paraíso Terrenal y la Unión Soviética -y el Estado uruguayo- el Infierno.

Fue sincero hasta la brutalidad. Se rehusó a caer en la demagogia, esa que muchas veces empleó otro fenómeno gestado en la radio a partir de 1945: Benito Nardone, "Chicotazo", quien impostaba la forma de hablar de las personas sencillas de la campaña. Corso, desde radio Sarandí, competía con Nardone, en Rural. Corso contaba que al principio la competencia fue tan agresiva que incluso concurrió armado a la radio.

Militó en la Unión Cívica, partido político fundado en 1911 para canalizar las opiniones políticas de la comunidad católica, en un momento en que el batllismo desarrollaba sus reformas anticlericales. Los cívicos siempre tuvieron pocos votos pero cierta influencia gracias a sus líderes, desde Juan Zorrilla de San Martín, en los inicios, hasta Juan Vicente Chiarino, en tiempos de apertura democrática. Su hermano, Antonio J. Corso, quien falleció en 1985, fue doctor en derecho canónico, obispo auxiliar de Montevideo y primer obispo de la Diócesis de Maldonado.

En la década de 1960, mientras Uruguay se sumía en el descalabro económico y el radicalismo político, Corso se tornó un crítico furibundo de la izquierda, en particular de la guerrilla y de la acción política y sindical del Partido Comunista. Fue uno de los impulsores y propagandistas de la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), movimiento ultranacionalista creado a fines de 1970 cuyos miembros desfilaban uniformados y amenazantes contra la izquierda revolucionaria.

TIEMPOS IDOS. Fue consecuente en su actitud principista: se manifestó de inmediato contra la dictadura formalizada el 27 de junio de 1973. El 9 de agosto de ese año firmó junto a destacados políticos de los partidos fundacionales, empresarios y juristas un documento público que exigía la restauración del Estado de Derecho. Años más tarde llamó a votar en contra del proyecto de Constitución elaborado por el gobierno autoritario, que fue rechazado por la ciudadanía en el plebiscito del 30 de noviembre de 1980. Quince días después cerró por un tiempo su programa "Diario del campo" y explicó a sus seguidores que lo hacía para no aceptar la censura.

En los tiempos que corren, donde la información de tan abundante abruma, el fenómeno Corso es incomprensible -e irrepetible-. En cualquier rincón de la campaña, donde el Diablo perdió el poncho, es posible enterarse de inmediato del cierre de la cotización de la soja en la bolsa de Chicago o del kilo de novillo en pie.

Con Eduardo J. Corso, un canario arisco, agudo y principista, se marchó otro prototipo del Uruguay que fue, con sus luces y sombras.

El País Digital

lunes, 3 de diciembre de 2012

Carrasco: un balneario cuenta historias


Carrasco atrajo desde su inicio a los visitantes más impensados en tiempos en los que la globalización era algo de ciencia ficción: un piloto alemán del escuadrón del Barón Rojo, en la primera guerra mundial, que daba clases de natación frente al Hotel Carrasco. Conocía pocas palabras del español por lo que las entreveraba con el italiano. Arocena recordó que les gritaba en esa mezcla a sus alumnos algo que podía ser traducido como “naden como ranas, no como vacas furiosas”. 
 

El primer recuerdo de Pelayo Arocena es un paseo en petiso entre las dunas de la playa Carrasco. El hotel ya se destacaba en un paisaje todavía dominado por los arenales. A comienzos del siglo XX era una pradera a orillas del mar con un único árbol, el Ombú del Manso (a la altura de la actual calle Guarambaré). Arocena ha vivido 83 años de los 100 que cumplió el barrio y tiene memoria hasta de los años que le faltan, transmitida por el hombre que tuvo el sueño de fundar un balneario, su abuelo, Alfredo Arocena. 
Este Arocena sacó la idea en un viaje a la ciudad belga de Ostende. Allí la gente iba a veranear a pesar del agua fría y del canto rodado en la playa. ¿Cómo no iba a querer hacerlo en un paisaje agreste de arenas blancas? Junto a Esteban Elena y José Ordeig concretó ese sueño que se convirtió en el símbolo de la opulencia rioplatense. 
Otro protagonista de la historia que se enamoró del barrio fue el inglés Eugen Millington-Drake, embajador en Montevideo durante la segunda guerra mundial. En agradecimiento a la ciudad, regaló terrenos aledaños al actual Carrasco Lawn Tennis. Y otro inglés, del que Arocena no recordó su nombre, que se hospedaba siempre seis meses en el hotel y pasaba solo tres meses en su tierra natal. Una vez le hizo la pregunta que siempre se le hace al carrasquense adoptivo: ¿por qué Carrasco? Arocena cuenta que no le dijo nada. Volteó su rostro hacia el ventanal del comedor y extendió los brazos hacia el mar.


“El Hotel Casino Carrasco fue el corazón y los pulmones de Carrasco. Fue lo que trajo turistas”, relató Arocena. La Sociedad Balneario de Carrasco SA, conformada por su abuelo y sus socios, vendió la construcción hecha hasta el tercer piso −además de otros terrenos− a la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) en 1915, cuando las ventas de los predios registraron una disminución por la inseguridad que daba la primera guerra mundial. “Se vendió por el 10% de su valor”, apuntó. El viejo Arocena vivía en un chalé con enredadera enfrente, hoy propiedad de otra familia. 
En su época de apogeo fue uno de los mejores hoteles que hubo en Sudamérica. Tanto que su diseño fue replicado en Toronto. Y eso que en los planos originales se olvidaron de ubicar la cocina y por eso se puso debajo de la terraza, donde se hacían los tés danzantes. “El olor a sopa se mezclaba con el del perfume de las mujeres”, ilustró.  El hotel tenía lo mejor de lo mejor e iba la crème de la crème. 
Allí, Arocena bailó con su primera novia y, de vez en cuando, se colaba a fiestas privadas a las que asistían “señoras de largo, llenas de joyas, y hombres que vestían frac”. Allí se dejaban fortunas enteras en las mesas de ruleta y punto banca. Un jugador empedernido era el tanguero Juan D’Arienzo. Arocena se cansó de bailar en sus espectáculos.
Al bajarse el telón, D’Arienzo iba a una ruleta, previamente seleccionada, y jugaba hasta tener que rascarse los bolsillos por una moneda a los números que no habían sido registrados durante la tarde. “El casino dejaba mucha plata en aquel entonces, hoy las cosas son distintas”, bromeó el nieto del fundador.Arocena vivió tres años en el hotel, lamentablemente en los años de decadencia. “Fui de los últimos en salir cuando lo cerró (Mariano) Arana”, contó. Y aunque  hoy  no  tiene  más  relación que sus recuerdos, lo considera un bien de familia. “Me siento parte”, suspiró.


Otro baile al que asistía la muchachada de Carrasco, “la de allá y la de acá” de la avenida Arocena (en ese entonces Juan Ferreira), una frontera virtual, era la whiskería El Carillón, en el altillo donde hoy está la heladería Las Delicias, en Arocena y Schroeder. “¡Tocaban Panchito Nolé y su padre!”, exclamó. 
La calle Ferreira era una especie de frontera, aunque en ese entonces se cruzaba al otro lado “sin pasaporte y sin permiso”. Si bien Carrasco fue pensado y diseñado para familias ricas de Montevideo, Arocena contó que “lo lindo” era que “todos eran amigos”. El nieto del fundador del balneario jugaba al fútbol con el hijo del dueño de la bicicletería, y con tantos otros que no habían nacido en el seno de una familia privilegiada. 
“Hoy en día se ha instalado la mala costumbre de pensar que si alguien es rico es porque lo robó, o porque estafó, o porque se acomodó. Y no era así. Si alguien era rico era porque se rompió los fundillos del pantalón trabajando al igual que su padre y su abuelo. Era gente honesta y trabajadora”, manifestó. Ese espíritu de superación, a su juicio, fue el que moldeó “el carácter” del barrio.
El recorrido que realizó hizo más que transportarlo a los momentos más añorados. Como las cabalgatas por los médanos, o como cuando aprendió a bailar mambo con Alicia Alonso, figura del American Ballet Theater, en otra boite. “Cada vez hay menos gente que me lo cree”, se rió. 
Ahora vive en Pocitos porque un bastón y un accidente cerebrovascular lo obligaron a mudarse con una hermana y a abandonar las cofradías diarias en en el viejo bar nombrado en honor a su abuelo.

martes, 19 de junio de 2012

Aguas termales en Pueblo Centenario

Sapo en su propio pozo

A 250 kilómetros de Montevideo y de la frontera con Brasil, sobre ambos lados de la ruta 5 y a orillas del Río Negro, se encuentra Pueblo Centenario, una pequeña localidad de alrededor de 2.000 habitantes. La mayor parte de su población laboralmente activa tiene un empleo público, generalmente en la órbita del Ministerio de Defensa Nacional o del Interior. Otros tantos dependen del pueblo vecino Paso de los Toros, ubicado al otro lado del Río Negro, en el departamento de Tacuarembó. “Es un pueblo muy tranquilo que está en una zona del país muy privilegiada”, dijo  Miguel Denis, secretario de la Junta Local de Pueblo Centenario.

Fue allí que, luego de años de búsqueda, se encontró un acuífero de aguas termales. En diciembre del año pasado, una máquina perforadora llegó a los 380 metros de profundidad y logró dar con el agua termal que pudo verse salir con una gran presión, elevándose varios metros sobre el suelo. “Es probable que se trate de un acuífero de origen marino. Eso lo confirmarán los estudios geológicos que determinarán la edad del acuífero, que se estima que ronda los 400 millones de años. Tenemos como referencia un pozo que se hizo en Rincón del Bonete cuando se implementó la represa hace como 60 años. De allí salía agua calentita y a partir de eso se pensó que había agua termal. Ese pozo lo mandamos a analizar, sabemos que se trata de agua salada, que tiene sulfato de magnesio y sales de calcio, propiedades excelentes con fines terapéuticos. Con ese estudio podemos adelantar que se trata de un acuífero con características muy similares, pero aún falta hacer algunos estudios del perfil del suelo”, señaló en diálogo con la diaria Wilson Ramírez, uno de los impulsores del proyecto termal.
Se trata de un acuífero de agua salada e hipotermal, según la catalogación, ya que su temperatura ronda los 25 grados. “Son distintas a las termas de Salto y Paysandú, que se nutren del acuífero Guaraní. Probablemente haya una similitud con las termas de Almirón, ubicadas en Guichón [localidad del departamento sanducero], porque también son saladas”, indicó.

Pozo vacante

La búsqueda del acuífero había comenzado hacía unos diez años, tomando como referencia el pozo existente en Rincón del Bonete, del cual salía agua tibia y salada. En ese entonces se creó un grupo de 13 personas, algunas de Pueblo Centenario y otras de Paso de los Toros, interesadas en llevar a cabo un proyecto turístico termal luego de dar con el lugar.
“En principio pensábamos desarrollar el proyecto en el campo de uno de los integrantes del grupo, en Tacuarembó. Nos invitó a trabajar juntos, hicimos los distintos estudios preliminares y los estudios económicos nos decían que no era rentable en ese lugar, trasladamos la idea a Rincón del Bonete y por distintas razones tuvimos que sacarlo de allí y proyectarlo en un padrón privado que compramos en Centenario sobre la orilla del Río Negro, a un kilómetro y medio de la ruta 5. Creamos una sociedad anónima que es propietaria del proyecto, del predio y del pozo. Tuvimos suerte en dar allí con el acuífero”, contó Ramírez. El predio es de diez hectáreas y mediante el proyecto, denominado Termal Marino del Hum, se piensa desarrollar un centro turístico que incluya un hotel cuatro estrellas con 40 habitaciones, 20 bungalows con servicio de piscina, un parque acuático, un campo de deportes y un espacio para el público itinerante.
Según Ramírez, los permisos para el proyecto están en trámite. “Está pendiente la habilitación de la Dirección Nacional de Medio Ambiente para la explotación turística y de aguas subterráneas. Ahora estamos haciendo los permisos y estudios pertinentes en relación con la característica del suelo, para ponerla exenta de inundaciones porque el terreno tiene niveles muy bajos y hay que nivelarlo. También mandamos a hacer un estudio sobre el impacto socioeconómico de Pueblo Centenario y Paso de los Toros, que aún no está pronto”, señaló.
A su entender la iniciativa es viable ya que tienen “todo a favor”, además de que “a los políticos les sirve muchísimo porque se reactivaría un lugar que está muy pauperizado,   no tenemos mucho desarrollo agropecuario ni industrial pero tenemos las condiciones ideales para hacer desarrollo turístico. El intendente de Durazno nos ha dado todo el apoyo porque lo ve como algo importante para la región”. Según indicó, hay “dos o tres inversores que están estudiando la rentabilidad del negocio. Es un tema de ponerse a hablar de números nada más”. Llevar a cabo el proyecto tal cual está pensado, según Ramírez, costaría alrededor de 15 millones de dólares. Consultado sobre cómo piensan vender el proyecto que hasta ahora sólo cuenta con un pozo y un terreno sin que otro tome la idea y la desarrolle en otro lado, Ramírez explicó que “hay permisos y reglamentos que impiden que se haga otra perforación a menos de tres kilómetros a la redonda del pozo existente”. Además hay alrededor de 30 oficinas estatales involucradas de alguna manera en este proyecto.

Al centro y adentro

El intendente de Durazno, Benjamín Irazábal, dijo a la diaria que el proyecto termal está en vías de ser declarado de interés departamental. “Es muy interesante. Si bien el agua no sale a la temperatura adecuada, hoy está en 25 grados y dicen que cuando se purgue va a subir a 28, pero se puede calentar por procedimientos solares u otros medios para alcanzar los 38 grados”, señaló y agregó que “es importante entusiasmar a inversores para que desarrollen el proyecto”. “Esto va a cambiar el turismo en el centro del país. Van a ser las termas más cercanas a Montevideo y a 250 kilómetros de la frontera con Brasil. El predio está sobre el Río Negro, lo que permite asociar al turismo termal los deportes náuticos, la pesca y la playa. Estaríamos integrando un circuito turístico que unirá a Durazno, Centenario, Paso de los Toros y San Gregorio de Polanco. Tenemos una gran expectativa y esto puede ser el puntapié inicial”, opinó. Consultado sobre la posibilidad de que la intendencia participe como inversionista del proyecto, Irazábal dijo que “en principio va a colaborar con la gente que está llevando adelante el emprendimiento para el pago de la perforación que ya se realizó. También estamos dispuestos a participar, en el marco de la ley de participación público-privada, si es necesario para llevar adelante el desarrollo de la zona”. Además apuntó que “la intendencia va a facilitar y a ayudar a hacer gestiones ante distintos organismos públicos y mejorar la caminería. Sin duda alguna que este proyecto camina solo si llega a viabilizarse, porque los diferentes proyectos termales del país han funcionado sin el apoyo importante de la intendencia”. Por otra parte, explicó que ha habido un importante crecimiento en Pueblo Centenario. “Se están radicando importantes inversiones, se está construyendo un aserradero que va a estar funcionando en breve, hay un proyecto de construir un frigorífico e inversiones de desarrollo de energía eólica. Esto independiente de la iniciativa termal; los inversores han descubierto la ventaja de estar en el centro del país”, dijo.

Sapo en su propio pozo

La localidad de Pueblo Centenario ha comenzado a reactivarse gracias a las distintas iniciativas pero es en el proyecto termal que sus habitantes fijan la mirada. “Las expectativas son muy grandes. Era un sueño anhelado que teníamos, no sólo con las termas sino con algún emprendimiento que permita un desarrollo laboral, porque los jóvenes estaban emigrando debido a la falta de trabajo.
Cayó como un tesoro del cielo; la gente ya anda con otra alegría, esperando el comienzo de todo esto. Se han instalado muchos comercios de los que la localidad carecía. La explosión de la zona ha estado relacionada con el asunto del proyecto termal. Hemos recibido a diario llamadas de distintos departamentos por consultas sobre terrenos y sobre la veracidad del proyecto termal. Ha sido una explosión tremenda, terrenos que antes valían 2.000 o 3.000 pesos hoy están costando no menos de 5.000 dólares un padrón normal y de ahí para arriba, y se está vendiendo”, dijo Denis. Consultado sobre la posibilidad de que se generen expectativas en torno al proyecto termal que luego se vean frustradas si no se concreta, comentó: “Antes de haber salido el agua yo tenía miedo pero tenía gran fe; cuando apareció y vimos que tenía esa temperatura y era salada, ya la pelota estaba en la cancha y hay que saber jugar”. Según Ramírez, Termal Marino del Hum podría generar entre 150 y 200 puestos de trabajo. Por otra parte, señaló que “habrá que capacitar a la gente; se necesitan guías turísticos, recepcionistas, entre otros, y eso sólo se puede hacer a través de Paso de los Toros. En ese sentido, logística y comercialmente, va ser el lugar más beneficiado y de eso hemos tratado de convencer al intendente de Tacuarembó”.
Juan José López, alcalde de Paso de los Toros, dijo a la diaria que su municipio “ha dado todo el apoyo” al grupo que lleva adelante el proyecto. “Creemos que en un par de años esto va a cambiar la vida de nuestra ciudad junto con otros emprendimientos que se están desarrollando en Tacuarembó. La gente tiene grandes expectativas; no hemos creado muchas ilusiones porque estas cosas a veces se pinchan, pero desde que se hizo este pozo hay muchas más posibilidades”, opinó.
Sergio Barceló vive en Pueblo Centenario donde tiene instalado, desde hace varios años, un almacén. Tal como contó a la diaria, el proyecto termal “ha cambiado al pueblo”. “Hay más ánimo, se compran terrenos y todos están pendientes de eso. Estamos enloquecidos”, sostuvo.
“Es lo único que puede salvar al pueblo; si todo está muerto, es la salvación para todo el mundo. Yo tengo esperanza en que eso va a salir. Cada vez que viene alguien le muestro el proyecto que se puede ver en un video en internet y le digo: ‘va a salir, va a salir’”, enfatizó.
Según Silvia Olveira, otra habitante del lugar y dueña de una peluquería en Paso de los Toros, “está bárbara la iniciativa, porque es un pueblito muy chico y es muy positivo para poder conseguir más puestos de trabajo”. Otro vecino de la zona, Hildo Rodríguez, que es militar retirado, coincidió con Olveira en que brindará más puestos de trabajo, que “es lo que necesita la zona”. “Tengo nietos estudiando y me gustaría que no se fueran, ojalá puedan seguir viviendo acá. El proyecto valoriza muchas cosas, incentiva el comercio; supongo que será una fuente de trabajo para los jóvenes, eso es importantísimo. Dios quiera que salga, sobre todo para retener a nuestros hijos y nietos. La gente está muy entusiasmada”,concluyó.
Inés Acosta – La Diaria


Compendio de artículos

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Luego de 11 días de perforación, el pasado domingo se llegó a los 380 mts donde tal como se preveía se llegó al prehistórico mar salado. En la tarde de ayer lunes y hoy martes se procedía al entubado del pozo para determinar en forma fidedigna las características químicas del agua y la temperatura.

Los estudios para determinar las características del agua se realizarán algunos en Uruguay, pero los más importantes en un laboratorio de Canadá especializado en el estudio del agua, informó el Dr. Wilson Ramírez.

Una vez cumplida esta etapa los empresarios que promueven el Termal Marino del Hum tocarán las puertas de los inversores con los cuales ya han hecho contactos en otras oportunidades.

Ramírez señaló que todo el grupo empresarial está muy contento con los resultados obtenidos “se cumplió lo que los estudios preliminares habían previsto”.

Se estima que es la misma veta del pozo de Rincón del Bonete que motivó todo el movimiento termal en el centro del país.

“Este acuífero de origen marino tiene millones de años, hemos comprobado que tiene un buen caudal y excelente presión. Es un agua mesotermal, estimamos que puede llegar a tener un temperatura similar a las termas del Guaviyu, uno 30 grados”.

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Aguas termales en Pueblo Centenario

13 de Diciembre de 2011 

La cantidad de piscinas dependerá de los inversores, aunque la presión y el caudal del agua son suficientes para la realización de varios proyectos similares. Se espera que el centro termal pueda ser una realidad en el correr del año 2013.
El necesario el acondicionamiento de la topografía del terreno, ubicando al emprendimiento en una zona exenta de inundaciones, así como la caminería, obras que demandarán de siete a ocho meses con una inversión estimada en unos 700 mil dólares americanos.


Termas "cambiarán la vida" a Pueblo Centenario


16.12.2011
La certificación de la existencia de un acuífero de aguas termales de origen marino en Centenario (undécima sección de Durazno) con el volumen, presión y calidad térmica necesarios, impulsa a actores privados y gobernantes de Durazno y Tacuarembó a avanzar en la posibilidad de concretar, en un corto período, un parque acuático termal de primer nivel en el centro del país.

El predio elegido fue adquirido por un grupo de personas locales. Allí se encuentra el pozo de estudio, se ubica en un sitio de ventajosa accesibilidad, a un kilómetro del ingreso principal a la localidad de casi 2.000 habitantes, distante a 58 kilómetros de la capital duraznense por ruta 5 y pegado a Paso de los Toros, Tacuarembó.

Los lugareños ven con enorme expectativa la posibilidad de que el proyecto se cristalice y no dudan en precisar que les "cambiará la vida". En el lugar donde surgió el agua termal se planea construir piscinas, bungalow y un hotel 4 estrellas con restaurante.

El anuncio fue el miércoles pasado en el Centro Social y Recreativo Centenario, con la presencia del intendente de Durazno, Benjamín Irazábal, el secretario de la Junta Local, Miguel Denis, el alcalde de Paso de los Toros, Juan José López, y los promotores de la iniciativa.

Los impulsores de "Termal Marino del Hum" -como se llama el proyecto- valoraron como una ventaja, en relación a las termas ya existentes en el país, que el lugar mezcla el ámbito natural de los lagos del río Negro con las termas. El proyecto supondrá una inversión superior a los US$3.000.000.

"El proyecto llevó unos seis años de estudios y las pruebas son contundentes", dijo Wilson Ramírez uno de los 10 integrantes del grupo inversor. El intendente dijo que es "muy auspicioso estar tocando agua salobre que sale a 24, 25 grados". Esperan elevar la temperatura a 35°C usando paneles solares.



El complejo termal de Centenario cambiará la realidad del turismo en el centro del país, expresó el intendente Irazábal. Empresarios y vecinos esperan por la pronta concreción del proyecto.
17/12/2011

Se pensó en un hotel 4 estrellas, y cabañas, una inversión que está por encima de los tres millones de dólares”.

Wilson Ramírez, accionista del proyecto, dijo que se generarán vías de ingreso a la obra a efectos de facilitar el acceso al turismo. Dio cuenta que se deberá acondicionar terrenos que actualmente son de UTE, unos mil metros. Las vías de acceso al predio estarán a cargo de la Intendencia dentro del predio sub urbano de Centenario, indicó, al tiempo que destacó que se cambió la denominación de rural a sub urbano a efectos de que se pudiera concretar el emprendimiento. 
El complejo turístico incluye servicios para itinerantes, playa y una veintena de bungalow.

Pepe Núñez se llamaba Pueblo Charrúa


Alentadas por la presencia de bacterias asociadas al gas butano, las autoridades de ANCAP resolvieron iniciar perforaciones en la localidad salteña de Pepe Núñez para profundizar en el conocimiento del suelo. Esto provocó la creciente presencia de investigadores, científicos, técnicos, fotógrafos y periodistas que no pasan desapercibidos en un pueblo que se llamó Charrúa y en el que hoy viven catorce familias.
Cartel Pepe Núñez

Interés de ANCAP en pueblo Pepe Núñez

comunidad de charrúas



Previo al inicio de las perforaciones, anunciadas por ANCAP para el mes de junio, la Secretaría de Comunicación designó un equipo integrado por fotógrafo, camarógrafo y periodista con el propósito de conocer, y hacer conocer el sentir de una comunidad enfrentada a posibles cambios históricos en su hábitat y forma de vida. A partir de esa expedición, la siguiente crónica presenta algunas características del pequeño poblado.
El grupo de trabajo debió arribar a la localidad ubicada a 180 kilómetros de la capital departamental y a 79 kilómetros de la ciudad de Tacuarembó. A la altura del kilómetro 160 de la Ruta 31, constató lo que cualquier viajero puede percibir antes de tomar el camino secundario que llega al pueblo: un esplendoroso paisaje natural, donde las tonalidades verdes se extienden hasta el horizonte y es posible percibir el sonido del viento que se desvanece entre los cerros.
En la intersección de caminos y al interior de un modesto almacén, ubicado a 19 kilómetros del pueblo, la paz del lugar se evidenciaba en la imagen de un viejo gato amarillo, que dormía al sol, recostado en un banco de madera. No había tránsito ni ruidos que perturbaran.
Sobre la pared del comercio, desde la pequeña pizarra escoltada por los tacos del casín, se advertía a los parroquianos que no se apoyaran en las bandas para no dañar el paño de la mesa, uno de los pocos entretenimientos del lugar. Detrás del mostrador, coronando una precaria estantería, una amplia reproducción, blanco y negro, del monumento a “Los Últimos Charrúas”, erigido en El Prado, en Montevideo, sustituía a policromos carteles publicitarios.
La almacenera no superaba los 35 años. Calentaba agua a razón de diez pesos el termo mientras pesaba galletas de campaña a unos clientes ocasionales, en una vieja balanza colgante Berkel. Su cabellera negra, los profundos ojos pardos, nariz aguileña y tez cobriza despejaban cualquier tipo de dudas sobre la existencia de indígenas en su árbol genealógico. “Eso me han dicho”, respondió al instante, al preguntársele si era descendiente de los pueblos originarios.
Mientras el agua no alcanzaba el punto de ebullición, hubo tiempo para una nueva interrogante: “¿Sos de este lugar?”, inquirió el periodista. Al instante señaló, con el índice extendido, un punto cercano de la Cuchilla de Haedo, y lanzó: “de Corral de Piedra”, sin afán de ampliar detalles.
El pequeño comercio, estratégicamente ubicado en un cruce de caminos, próximo al límite entre Salto y Tacuarembó ha recibido últimamente, con mayor frecuencia, la presencia de forasteros. Entre los visitantes no hay turistas, sino investigadores, científicos, técnicos de ANCAP, fotógrafos y periodistas.
Luego de transitar el zigzagueante camino de tierra, finalmente se llega al disperso poblado donde el edificio más característico es la iglesia, que en 2012 cumple 60 años.
Según se percibe en los comentarios de lugareños, el interés en aquel paraje —recóndito si se percibe con una perspectiva montevideana— creció conforme a la iniciativa de la empresa energética nacional en profundizar los estudios sobre el suelo, que derivarán en la confirmación o no, de la existencia de gas o petróleo.
Con anterioridad, Pepe Núñez se llamaba “Pueblo Charrúa”, hasta que adoptó el nombre de un antiguo comerciante de ramos generales del lugar, que mantiene hasta estos días. En el que fue un asentamiento indígena, en la actualidad viven catorce familias. Con el paso del tiempo la geografía del área conservó vestigios materiales y algunos nombres como los de “Cerro Charrúa”, “Paraje Charrúa” y “Zanja Charrúa”.
Hoy, el espíritu de los nativos no está presente solo en el cuadro del almacén o en el recuerdo perdurable de hermosos ambientes naturales. Palpita en la almacenera y perdura en otros hijos que permanecen en esta histórica y promisoria tierra, acerca de la que próximamente se entregará más información.


Escuela La Carolina en base militar, Durazno


Patricia Marino (23), viaja en helicóptero a la escuela y duerme en el salón de clase. Sus tres pequeños alumnos estudian entre el ruido de metrallas y explosiones de bombas. Así es la vida en la escuela rural La Carolina, perdida a las orillas del Río Negro.


Son poco más de cien kilómetros hasta la ciudad, con tramos intransitables ni siquiera se los puede llamar caminos.


Una maestra como bajada del cielo.

Es viernes. Terminó la semana de clases y la maestra, está pronta para volver a su casa, en la ciudad de Durazno. Pero no lo puede hacer. La copiosa lluvia de los últimos días dejó inhabilitada la pista de aterrizaje de pasto del aeródromo militar La Carolina, que está a pocos metros de la escuela donde ella da clases, en medio de los lagos del río Negro, próximo a la represa de Rincón del Bonete.
Mucho menos podrá volver por tierra. Son poco más de cien kilómetros hasta la ciudad, con tramos intransitables -ni siquiera se los puede llamar caminos, porque no existen como tal- donde abundan pozos, pastizales, ramajes y decenas de porteras para atravesar. Y peor bajo lluvia, donde los arroyos y cañadas inundan la zona.
“Y bueno… acá estamos aislados del mundo, comiendo una torta frita con mis pequeños (por sus alumnos), tomando unos mates y mirando por la ventana, viendo a ver si mejora el tiempo. Hay mucho verde y agua por acá”, dice con tranquilidad la joven (y única) maestra de una escuela poco conocida, incluso hasta en Durazno.
Se trata de la escuela rural La Carolina, que está enclavada justo en un destacamento militar de la Fuerza Aérea (perteneciente a la Brigada II de Durazno) y volvió a abrir sus puertas a mediados de 2010 luego de estar cerrada durante unos cuántos años.
“Estuvo un tiempo sin funcionar porque no había niños en la zona. Pero volvieron a aparecer pequeños y se reactivó. Ellos están chochos con su escuela”, cuenta Marino. Es que si no fuera por este lugar no tendrían acceso al estudio, ya que el centro educativo más cercano les queda, exactamente, a 65 kilómetros de donde viven actualmente. Matías (12), Diego (8) y Guillermina (8) son los tres alumnos que tiene hoy la maestra de esta particular escuela. El mayor cursa sexto de escuela, mientras que Diego está en tercero y la pequeña cursa segundo año.
“En principio eran cinco niños, pero dos de ellos se fueron con sus padres, que trabajaron un tiempo en una estancia cercana pero luego se mudaron a trabajar a otra estancia”, explica la maestra. De los tres que quedan, la niña es la única que no vive en el destacamento.
Guillermina vive en la estancia donde trabajan sus padres, que queda a 10 kilómetros de la escuela. Todos los días, religiosamente, la llevan y la van a buscar a la escuela en moto. En tanto, los otros dos pequeños viven en el destacamento; son el hijo y el sobrino del matrimonio de militares que están a cargo del aeródromo.

"Esta escuela funciona una semana sí, y una semana no. Una semana cada dos, me vengo a vivir con mis alumnos"

CASA SALÓN

Dado las distancias y la complejidad para los traslados la maestra también vive en el destacamento, de lunes a viernes, y con sus alumnos, aunque lo hace una semana cada dos. Es que el régimen de clases es distinto al de cualquier escuela urbana o rural.
“Esta escuela funciona una semana sí, y una semana no. Cuando me dijeron me llamó la atención porque ninguna escuela funciona así. Una semana cada dos, me vengo a vivir con mis alumnos”, explica a las risas la maestra que, por si fuera poco, duerme dentro del salón donde da clases. Un ropero de grandes dimensiones oficia de “pared divisoria” entre su espacio personal y su lugar de trabajo. “Nunca llego tarde a clase: me levanto, camino dos pasos y estoy en el salón (se ríe). La verdad me cambiaron todos los hábitos con respecto al año pasado, cuando daba clases en la localidad Centenario. Viajaba todos los días 70 kilómetros, ida y vuelta… Correr hasta la parada, correr a la vuelta. Acá hago vida de campaña”, dice contenta, mientras uno de sus alumnos le ceba mate y comparten tortas fritas recién hechas.
Además de la habitación de la maestra, el salón de clases cuenta con una estufa a leña, una pequeña biblioteca, el escritorio, bancos, un baño y las carteleras pertinentes al curso. Hace unos días la Fuerza Aérea donó pintura de color y los niños, junto con la docente, van a pintar una de las paredes.
Compartir las 24 horas con sus alumnos “es toda una experiencia”, cuenta Marino a El País . “Yo vivo con ellos, imagínate… Estoy las 24 horas del día con ellos. Es toda una experiencia, invalorable. No hay otra escuela igual a esta. Tenemos clase desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Y después seguimos juntos porque vivimos acá. Son unos santos y muy buenos alumnos, inquietos, metedores, con ganas de saber”, afirma Marino.
“Maestra, te llama tu ma-má”, interrumpe uno de los pequeños la entrevista mientras le alcanza el teléfono. “Ves que son unos santos”, acota Marino, al tiempo que le pide la llame por el nombre. “Me dicen maestra todo el día. Yo les digo que me digan Paty fuera del horario de clase, pero no hay caso. No logran diferenciar”. Salir a pescar, andar a caballo y recorrer el campo son las actividades preferidas de los tres niños, que aseguran, estudiarán en la Escuela Agraria.
“Después de clase, se ponen sus atuendos gauchescos, sus bombachas, sus botas, y yo me paso idiotizada sacándoles fotos porque son divinos, y por lo general se van dos horas a recorrer el campo. Y vienen y se ponen a jugar acá. Yo juego con ellos muchas veces, aunque los exijo con los deberes”, reconoce Marino, en su doble función.
El matrimonio de militares es el encargado del mantenimiento, cuidado, y la cocina del destacamento. Un lunes cada dos, Marino viaja con su perra en avioneta o helicóptero, desde la ciudad de Durazno, donde vive, hasta el destacamento donde se encuentra la escuela.
“Me encanta volar. Deseo que me manden siempre por aire. Por tierra es una transa. El trayecto es horrible, llegás toda zangoloteada, movida. No es nada cómodo”, reconoce a El País la maestra de La Carolina, que cada semana arriba a la escuela como “bajada del cielo”.
 

Una escuela “perdida”

 La escuela rural La Carolina se ubica a poco más de 100 km de la ciudad de Durazno, en medio de los lagos del río Negro, cerca de la represa de Rincón del Bonete. La escuela funciona dentro del destacamento de la Fuerza Aérea que cuenta con un aeródromo y un predio de práctica militar.
Por vía terrestre solo hay una forma de llegar. Desde la ciudad de Durazno se toma por ruta 5 al norte, algo más de 40 km hasta la localidad de Parish (después de Carlos Reyles) y desde allí sale un sinuoso camino de tierra que recorre 60 km hasta La Carolina.

“sentí que estaba en la Segunda Guerra Mundial dando clases”

Las clases entre ruido de metrallas y bombas

 Estar casi pegado a un aeródromo y a un predio de práctica militar hace que, por momentos, la clase se disperse, a pesar de que son solo tres alumnos. “La pista está al lado del salón y el predio de prácticas militares está a dos kilómetros a la vuelta. Hace poco vino una unidad especializada en detonación de bombas de Montevideo y yo te juro que me sentí que estaba en la Segunda Guerra Mundial dando clases. Unos estruendos tremendos, que hacían temblar todo”, contó a El País Patricia Marino, la maestra de la escuela. Es que generalmente suelen hacer allí las prácticas militares los efectivos uruguayos que están por partir de misión de paz.
Cada vez que llega al destacamento militar una brigada o un contingente a realizar sus prácticas, donde se despliegan aviones de la Fuerza Aérea y tanques de las Naciones Unidas, los niños se alborotan.
“Para los chiquilines es sumamente interesante. Cada vez que ven un avión por el aire o un tanque quedan encantados. Ellos se han subido a esos tanques que van a las misiones de paz, se sacan fotos… quedan chochos. Los aviones se ven por la ventana del salón, porque muchas veces vuelan bajito. Yo ya siento venir a un avión y ellos (los niños) me quedan mirando para ver si yo les digo que pueden salir a mirar”, dice la maestra, con complicidad.

lunes, 14 de mayo de 2012

Pueblos extraños


De Calzones Arriba a Saca Calzones hay un largo trecho

Nombres e historias. Florida tiene el caserío La Macana; Melo, un barrio llamado La Vinchuca; Tacuarembó, el pueblo La Humedad. En Soriano, un plebiscito decidió el nombre de Sacachispas 

Los uruguayos Salsipuedes, Sacachispas, Pueblo del Barro o La Humedad no tienen nada que envidiar a los insólitos nombres de pueblos y villas que salpican la geografía universal y que la BBC registró en una nota que tuvo aportes de todo el mundo.
Los habitantes de la villa austríaca Fucking están hartos de bromas, llamadas anónimas y robo de carteles de la vía pública para guardar de recuerdo, hasta el punto que estudian un cambio de nombre. En alemán la palabra no tiene sentido alguno pues deriva del apellido de un noble; pero, para su desgracia, en inglés Fucking significa fornicando, por no usar un término más rotundo.
BBC Mundo, la página en español de la agencia noticiosa británica, escribió sobre ese asunto y luego, el 26 de abril, publicó una nota con aportes de sus lectores sobre pueblos con nombres extraños o insinuantes.
Resulta que en Minnesota, Estados Unidos, existe la localidad de Vergas y en España otra llamada Berga. El pasado 4 de mayo, el ayuntamiento de esta localidad catalana declaró persona non grata al rey de España, debido a la polémica cacería del monarca en Botswana.
"Pepe Roque nos contó que en Perú existe un pueblo llamado Comerccacca", consigna la BBC, en tanto lectores mexicanos llamaron la atención sobre denominaciones como Culiacán o La Chingada. Los chilenos comentaron sobre localidades con nombres como Peor es Nada, Pueblo Hundido o Sal Si Puedes.
Algunos también hablaron del Salsipuedes uruguayo, que se escribe todo junto. Pero Salsipuedes no es un pueblo, ni un paraje, ni siquiera una comarca más o menos acotada, sino un largo arroyo. En la vieja estancia de Dardo Freire, otrora pulpería, existe una escuela rural con el nombre Salsipuedes, la Nº 77.
Hubo una "matanza de Salsipuedes", el 11 de abril de 1831, pero ni siquiera fue en Salsipuedes, sino más al norte, en las puntas del río Queguay. La confusión se debe a que el presidente Fructuoso Rivera tenía su campamento sobre el arroyo Salsipuedes y fechaba sus cartas con el nombre de ese sitio.

CALZONES. En El Salvador hay pueblos llamados Calzones Arriba y Calzones Abajo. Nada que envidiar: Montevideo tuvo su arroyo Quitacalzones, lo que suena más grave, y Cerro Largo cuenta con un arroyo Saca Calzones de 16 km de extensión, aunque tiene menos prensa.
El Quitacalzones fue uno de los afluentes del arroyo Miguelete que desapareció en la década de 1920 cuando fue canalizado y entubado. En sus orígenes se llamó "de Morales" pero adquirió su nuevo nombre a inicios del siglo XIX porque algunos viajeros perdieron parte de su ropa al cruzarlo con creciente.
Según La Enciclopedia de El País, "el historiador Isidoro de María escribió que en 1824 (en el arroyo Quitacalzones) se empantanó por un rato el carruaje que transportaba al clérigo Mastai Ferreti, luego papa Pío IX (Pio Nono), rumbo a un agasajo en una quinta de la zona. Cuando el religioso preguntó el nombre del arroyo, se rió porque él había podido cruzarlo salvando sus calzones. Mucho después, en el arroyo nadó de muy joven el escritor argentino Jorge Luis Borges, cuando paraba en la quinta de su tío Francisco Haedo, en la actual calle Lucas Obes".
Claro que entonces la palabra calzón no se refería a la ropa interior, o no sólo a ella. También definía a una forma de pantalón antiguo, más corto que los actuales.
ARROYOS. El nombre de los arroyos en Uruguay es un asunto delicado. El Porongos, en Flores, por ejemplo. Algunas personas, sobre todo en Montevideo, de puro ignorantes se lo toman para la chacota. Porongo es esa pequeña calabaza silvestre que se utiliza para tomar mate por lo que, de alguna manera, la mayoría de los uruguayos son porongueros. La capital del departamento se denominó Santísima Trinidad de los Porongos, aunque ahora se la llame simplemente Trinidad, o incluso Flores.
También en el departamento de Flores existe el arroyo Bolas Chico, que es afluente del Bolas Grande. Refiere a las boleadoras o "bolas" de los indígenas y gauchos, se supone. En el norte del departamento de Treinta y Tres corre el arroyo de las Bolas. Nace en el cerro de las Bolas, próximo al origen de la cuchilla de los Ladrones, y desemboca en el arroyo del Avestruz Grande (porque también hay avestruces chicos, aunque en rigor son ñandúes).
Más repetidas son las menciones a las conchas que, como se sabe, son la cubierta de los moluscos, como los caracoles o las almejas. Hay un arroyo de las Conchas en el centro del departamento de Colonia; otro en el suroeste del departamento de Rocha, y también una laguna de las Conchas; hay dos arroyos de las Conchas en el departamento de Durazno: uno al norte y otro al sureste; y otro en el departamento de Tacuarembó, que desemboca en el arroyo Salsipuedes Chico, que a su vez desagua en el Salsipuedes Grande.
NADA QUE ENVIDIAR. En Uruguay hay pueblos coloridos: Casa Blanca en Paysandú, Amarillo en Rivera, Pueblo Celeste en Salto; como los hay de suelos duros: La Pedrera en Cerro Largo, La Pedrera de Tacuarembó y La Pedrera en Rocha (y Estación Pedrera en Canelones). También hay Piedras Coloradas (Paysandú), Piedra Sola (Tacuarembó), Piedras de Afilar y Piedra del Toro (Canelones) y un Las Piedras en Artigas y otro -más famoso- en Canelones.
Que Chile tenga su pueblo Hundido no es mucho mérito. En Tacuarembó hay un Pueblo de Arriba, y otro llamado La Humedad, y también La Hilera y Pueblo del Barro. (Hasta hay un cerro y paraje, con juez de paz y todo, que se llama Batoví, que en el idioma guaraní significa pezón -o seno- de virgen).
Melo tiene un barrio llamado La Vinchuca, en tanto Florida incluye el caserío La Macana, que es el pago del escritor Mario Delgado Aparaín. El inspirador caserío Paso de la Cadena está más al sur, en Canelones, en tanto Montevideo tiene un barrio llamado Paso de las Duranas, en referencia a Martina, Candelaria e Inés Durán, tres bellezas que en la segunda mitad del siglo XVIII vivían en una chacra sobre el Miguelete.

Ciudades y amores de leyenda

Muchas poblaciones uruguayas cargan con nombres propios o apellidos. Unos son conocidos: Young, Pando, Maldonado, Rivera, Melo, Piriápolis y muchos más. Otros lo son menos. Tacuarembó, donde siempre ocurren cosas raras, tiene parajes o centros poblados ambiciosos, como Montevideo Chico, y caseríos con nombres de familias o personas: Los Ortices, Los Cuadrado, Los Furtados, Los Rosanos, Clara o Cardozo. Eso no significa que necesariamente sobreviva allí algún Ortiz, o Cuadrado, o Furtado porque, como cantaban Los Olimareños en La Capinchada, compuesta por Ruben Lena, "En el poblado de Acosta no hay ni un Acosta".
Unos cuantos se han dado el gusto de ponerle a un pueblo su propio nombre o apellido, o el de su mujer, o el de algún hijo. Así, por ejemplo, en la década de 1950 la familia Beyhaut hizo un fraccionamiento al suroeste de Pando, sobre camino de los Horneros, y lo denominó con el apodo de uno de sus hijos: "el Tato". El Instituto Nacional de Estadística (INE) reconoce a Villa El Tato, que tiene 614 pobladores según el censo 2011.

viernes, 11 de mayo de 2012

Miraballes: egresados están lejos de la realidad


«Acá pocos tienen visión de futuro»

EDUARDO MIRABALLES 
Ingeniería Industrial

Nació en Paso de los Toros en 1965. No tiene estudios universitarios, la intuición y la osadía fueron sus herramientas, que «muchos no se animan a tomar», dice, «precisamente porque tienen estudios». En Montevideo arrancó manejando un taxi y hoy dirige Miraballes Ingeniería Industrial, firma especializada en montajes y mantenimiento en fábricas e instalaciones, que facturará US$ 24 millones este año, sin contar el centenar de millones de facturación previsto por la comercialización de software GINO IMT, que la empresa acaba de lanzar. Asegura que si se mirara al largo plazo se podrían cerrar contratos «con un apretón de manos» y reclama al Estado que haga foco en la capacitación: «Los egresados están lejos de la realidad», dijo. Es casado y tiene 2 hijos.


¿Cómo fue su inicio como empresario? Empecé en mi pueblo, instalando una fábrica de artículos de limpieza, con la marca Super Toro, en las instalaciones de la antigua fábrica de agua tónica Paso de los Toros. La Intendencia de Tacuarembó declaró al emprendimiento de interés departamental y me cedió el predio. Así fue como empecé. Tenía 20 años. Después incursioné en la fabricación de casas de madera, con un amigo arquitecto. Pero enseguida empecé a asesorar a terceros, armando negocios y entregándoselos: distribuciones, representaciones de marcas, de alimentos. Si funcionaban, cobraba comisión. Pero llegó un día en que decidí dar forma a un proyecto propio que pudiera ser sólido y permanente. Y eso, para alguien que nació en un pueblo como el mío, tenía que estar vinculado con la industria.
¿Por qué?
Porque Paso de los Toros no tenía industrias. Montar una es el sueño del pibe para un pueblerino. Y yo veía que el sector mantenimiento era el gran olvidado de los industriales, siendo que es la columna vertebral del negocio. Es visto como un gasto. El número que habitualmente importa a los contadores es el de la producción. Se olvidan que es la máquina la que produce.
Pero no comenzó en su pueblo, obviamente...
No. Me instalé en Montevideo. Vine primero a manejar un taxi, porque eso me daría lo que me faltaba, el roce con distintos tipos de gente día a día. Me subía con la intención de aprender algo de cada pasajero, una frase, una enseñanza, algo me tenía que llevar y encararlo así me hizo el trabajo más entretenido, lo disfruté muchísimo. Aún hoy lo agradezco, porque también me enseñó a vivir con poco dinero, y a cuidar cada moneda. Fue estando en el taxi que armé el equipo de técnicos y me fui a Conecta a ofrecer mi empresa para hacer la instalación de cañerías domiciliarias de gas.
¿Así, sin más?
Les dije que tenía una empresa categoría A, tipo Teyma o Saceem, pero en Conecta me dijeron: «Empiece por la categoría C que lo apoyamos». Es que siempre me manejé así, como si fuera lo que quiero ser pero aún no soy, siempre busco ir a más y también rodearme de gente capaz. En esta historia hay alguien extremadamente responsable de lo que hemos logrado. Se llama Gino Buffa, una excelente persona, un ex salesiano, que tiene a Don Bosco como mentor, y que en el momento de comenzar la empresa era jefe de mantenimiento de Riogas y vecino mío. Gino se jugó, renunció a su puesto y se vino a trabajar conmigo. Desde entonces es el responsable de la parte técnica. Yo conseguía el trabajo y él lo resolvía. Luego comenzó a capacitar gente, adquirimos herramientas y así fuimos creciendo. Tuvimos algunos contratos que nos obligaron a hacer alianzas con otras empresas, trabajos de gran porte como los que hicimos en la Refinería de la Teja. Hasta que logramos contactar con la entonces Botnia (hoy UPM). Los finlandeses chequearon nuestra capacidad profesional, vieron nuestros buenos antecedentes y conseguimos el contrato.
¿Para qué trabajo en concreto? Instrumentación del control de procesos, algo que no se enseña en el país y para lo cual Gino se había capacitado en el exterior. Llegamos a tener 150 operarios en Botnia. Fue un trabajo delicado, que habitualmente hacen técnicos extranjeros, cobrando miles de dólares en quince días. Lo hicimos nosotros, nos pagaron mucho menos en varios meses. A raíz de ese desempeño nuestro en Botnia fue que fuimos nominados para recibir un premio a la calidad, la innovación y el liderazgo en el exterior. Y lo ganamos. En 2011 fuimos a Ginebra a recibirlo.
¿Pellizcándose para ver si lo que ocurría era cierto?
No podíamos creerlo. No estábamos preparados ni para comer los platos que nos sirvieron en la recepción. ¿Se imagina? Había árabes, hindúes, europeos, un paisaje totalmente nuevo. Levantábamos la vista y ahí estaba el mundo que antes veíamos en el Discovery. Pero nos surgió la pregunta otra vez: ¿y ahora qué? Ese no podía ser el techo, teníamos que ver qué había más allá. Buscamos entonces asesoramiento y nos dijeron que debíamos tener una herramienta que ayudara a las empresas en el mantenimiento de sus plantas industriales, pero no en un ámbito físico limitado, sino virtual. Ahí surgió la idea de desarrollar el software con todo lo que Gino tiene en su cabeza. Por eso el producto lleva su nombre.
A esta altura Gino debe ser su socio...
No, lo fue en el principio pero luego no quiso. Porque en este mercado es muy difícil el trato con la gente. Trabajando en Botnia se nos generaron conflictos con el sindicato porque pagábamos más a nuestros operarios. Siempre lo hacemos, porque este trabajo no tiene especialización local. Según el sindicato desestabilizamos. Por ahí pasaba la cosa. Nosotros además no aplicamos la política de jefes, los que trabajan son líderes naturales, se les paga a cada uno para que sean responsables de su tarea. Somos todos gente grande. No pagamos para controlarlos, cada uno se controla a sí mismo y es parte de la tarea del equipo. Yo levanté el premio, pero el premio fue generado por todos.
¿Cuánta gente trabaja hoy en Miraballes Ingeniería?
Somos 30, pero varía según el contrato de trabajo. Soldadores, electricistas, administrativos, vendedores, instrumentistas, mecánicos y un ingeniero. En estos momentos estamos incorporando gente en la parte comercial para apuntalar la presentación del nuevo software.
En el área de montaje y mantenimiento, ¿qué obras tienen en danza actualmente?
Trabajamos en Riogas, en una fábrica de alimentos, en la industria láctea y estamos negociando con la constructora de Montes del Plata para comenzar a instrumentar el control de producción hacia julio de este año, cuando comience la etapa final de la obra. Ya trabajamos con Pöyry, cuando montó Botnia. La planta de Montes del Plata será igual.
¿Sería un contrato de mucho dinero? ¿De cuánto?
Cualquier dinero es mucho. En esta obra trabajará toda la mano de obra uruguaya disponible, y gente del extranjero. Más que lo que podamos ganar en una obra como ésta, lo bueno es el conocimiento que nos dejan los técnicos extranjeros. Eso no tiene precio. Siempre vienen con la mentalidad de enseñar. Sólo hay que ser receptivo y estar metido en el tema.
¿Cuánto espera poder facturar este año su empresa con todos esos negocios?
El software no tiene límite, dependerá de la cantidad de clientes que podamos soportar. En Uruguay, facturaremos unos US$ 24 millones sin ningún tipo de problema.
¿Quiénes son su competencia?
En el software no tenemos. En mantenimiento sí. Estando en Botnia armamos el equipo de técnicos para Teyma. ¡Ja! Avivamos giles. Pero no importa. Es como dice Gino: «Si tienen gente capaz lo van a hacer. Si no, les va a costar 20 años como a nosotros».
¿En qué coyuntura del sector se da esta competencia?
Como siempre en Uruguay, haciendo mucho con muy poco y mirando demasiado a corto plazo. Cuando llegan inversores extranjeros, hacen galpones grandes pero montan máquinas pequeñas. Uno los ve y se pregunta: ¿Para qué quieren tanto espacio? Pues, porque piensan en el tamaño que tendrán en diez años. Muy pocos tienen en Uruguay esa visión de futuro. ¿Y más? ¿qué puedo decir? Lo mío es el mantenimiento.
Pero usted conoce seguramente las dificultades de sus clientes...
Pero tengo que conservar la amistad con ellos, respetar acuerdos de confidencialidad. Hay cosas que no me corresponde a mí decir, aunque las sepamos. Nosotros vamos cuando se rompe algo en una planta, y ahí siempre se generan problemas. También para nosotros. Muchas empresas instaladas en zonas francas salen más que beneficiadas por estar allí, en perjuicio nuestro. Allí la ley es distinta que en el resto del territorio. Si querés ir contra ellas no se puede. Una empresa brasileña, subcontratada por Botnia, nos quedó debiendo mucho dinero. Y marchamos. ¿Qué vamos a reclamar? ¿Reclamar a Botnia? ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Patalear en Brasil? Menos. Brasil es la selva, cada estado tiene su ley. Por eso estamos tranquilos con este nuevo software. Si no nos pagan, hacemos un clic y desconectamos el servicio.
¿Son muchos los que tienen esas prácticas en Uruguay?
Algunas empresas brasileñas son reconocidas a nivel mundial por esas prácticas. Las uruguayas se cuidan, nos conocemos todos. Deberíamos volver a los contratos cerrados con un apretón de manos. Tal cual nos contaban nuestros abuelos. Se trabajaba mucho mejor así. Pero ahora eso ya no corre en Uruguay, también, por aquello de no saber mirar a largo plazo.
¿Qué le pediría al gobierno para el sector?
Capacitación. Que haga hincapié en la capacitación de la gente. Es fundamental. Con ella vamos a cualquier lado. Pero que sea acorde a estos tiempos. Los egresados de centros de enseñanza están lejos de la realidad industrial. Bien podría imitarse lo que hace Panamá, por ejemplo. Allí para resultar proveedor del Estado, el privado tiene que cumplir con el requisito de destinar técnicos suyos a dar clases en institutos de capacitación del sector. Estamos en ese proceso por un futuro contrato en Panamá. Acá, en cambio, hay mucha gente que vive del Estado y no le deja nada.

APUNTES DE CARRERA

1985

Tenía 20 años cuando inició su primer emprendimiento: instaló una fábrica de productos de limpieza con la marca Super Toro, en su pueblo natal, Paso de los Toros.

2000

Luego de varios años de instalado en Montevideo, trabajando como taxista, armó el equipo técnico y consiguió su primer contrato en Conecta, para instalar gas natural.

2011

Recibió el Century International Gold Quality Era Award, en Ginebra, Suiza, premio a la calidad, la innovación y el liderazgo hacia el cliente y en los negocios.

2012

Comenzó a comercializarse Gino IMT, una herramienta inteligente para la gestión del mantenimiento preventivo, predictivo y correctivo, en instalaciones de todo tipo.

CIFRAS DEL NEGOCIO

24

millones de dólares prevé facturar la empresa en 2012, sin contar los negocios por Gino.

100

millones de dólares fue la oferta de una empresa brasileña por la compra del software Gino IMT, único en su tipo, pues permite conseguir resultados excepcionales de mantenimiento industrial.
«No aplicamos política de jefes, tenemos líderes naturales»

«GINO IMT, un software que apunta a la eficacia de la sencillez»

¿Cómo instrumentaron la creación de Gino IMT?
Buscamos primero desarrollarlo en varios países, nos dijeron que no se podía en Panamá, Brasil y Argentina, pero finalmente lo hicimos en Uruguay.
¿Con qué fortalezas?
Logramos algo superior a lo que imaginábamos. Es un software en la web, al que cada cliente tiene acceso mediante un usuario y una clave. Cualquier empresario o jefe del sector puede controlar la maquinaria desde cualquier lugar del mundo, mediante su equipo móvil. Los sistemas para mantenimiento que existen suelen ser locales, están en las plantas industriales, hoteles, sanatorios... El nuestro maneja órdenes de trabajo: hay un ruido en una máquina, el software da la prioridad, si es urgencia, correctiva o preventiva. Es el que se encarga de que la máquina tenga tanta producción y vida útil como dice su fabricante, utilizando la menor cantidad de piezas para no generar mayores costos. Toma incluso órdenes verbales: hasta un operario analfabeto puede utilizar este software. Su lenguaje es muy amigable, el que usamos nosotros. Apuntamos a la sencillez y a su eficacia.

sábado, 14 de abril de 2012

La "fiebre" del oro negro llega al pueblo Pepe Núñez











Los pobladores no abrigan esperanzas


Antes de fin de mes se instalarán en Salto los técnicos de YPF para empezar la búsqueda de petróleo en Belén y Pepe Núñez. La mayoría de las 17 familias de ese último pueblo esperan descreídas los resultados que puedan tener esas excavaciones.



En una visita a la capital salteña, Felipe Carballo, diputado por Montevideo y dirigente de Compromiso Frenteamplista, dijo que "lo importante es que ya se adjudicó la licitación y la empresa va a trasladarse hasta Belén y Pepe Núñez para iniciar las primeras exploraciones".

Desde que Ancap anunció los trabajos de detección de hidrocarburos en el pueblo, los habitantes de Pepe Núñez -que no son más de 100- se encomendaron a Dios y se sumaron a las plegarias del padre "Yiyo" cuando, de tanto en tanto, se da una vuelta para celebrar misa y a animar a esa descreída población que, con el correr de los años, se reduce por la migración de familias enteras.

El pueblo está a 180 kilómetros al Este de la capital de Salto y a 85 kilómetros del microcentro de Tacuarembó. Los vecinos no tienen ómnibus, ni energía eléctrica, tampoco un programa de viviendas del Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir).

La fuente de ingresos de esas 17 familias -de las 25 que residían allí hace un año- es la changa en estancias. "Las mujeres no tenemos acceso al trabajo y, de conseguir algo, es en las estancias como cocineras, pero hay que abandonar a la familia porque los patrones no quieren mucha gente en sus establecimientos", dijo Blanca Alonso, nacida y criada en el medio del campo. Ella sabe de sacrificios y le preocupa el futuro de los hijos y de sus nietos y su propia salud porque ha pasado a depender de la insulina por la diabetes. "Acá comemos lo que cosechamos y carne cuando se consigue que le den o le vendan en alguna estancia porque si se encarga algo de la ciudad cuesta el doble", acotó.

Explicó que una de sus hijas, de 19 años, trabaja de marzo a diciembre en la escuela del pueblo, "gana $ 2.000 por mes, pero eso no es futuro y mientras Mevir no construya viviendas vamos a vivir peor porque no llegará la luz, ni el ómnibus".

En el medio de la nada y alejados a 19 kilómetros de la ruta 31 para salir a las capitales de Salto o Tacuarembó, la mayoría de la gente es indiferente a lo que pueda suceder con las excavaciones por petróleo.
La enfermera de la policlínica Estela Ferreira, que hace 30 años vive en el pueblo, dijo que "desde que vinieron unos técnicos con máquinas los vecinos se entusiasmaron, pero ahora son indiferentes porque siempre les han creado expectativas y nunca les dan soluciones. Para llegar a Tacuarembó hay que pagar $ 500 por persona; para mirar televisión hay solo cuatro antenas, todo es caro acá, los jóvenes van a estudiar y no vuelven".
En cuanto a la atención de la salud: dos veces al mes concurre un médico general, una pediatra y una partera.

Guillermo Fallietti (74) es alambrador y fue peón de estancias hasta hace muy poco. A él no le importa mucho lo que pueda pasar con los ensayos que va a realizar Ancap a pocos metros de su casa. "De repente nos dan una mano porque la cosa viene fea, hasta hace poco éramos unas 40 familias y ahora no pasamos las 20; estamos quedando solo los viejos", dijo.

Juan Arezo está más confiado de que el pueblo tenga algún impulso con las excavaciones y, por eso, comenzó a techar un alero de su boliche para que sus clientes puedan tomar una cerveza o una grapa bajo techo.
Hay solo una infraestructura que sobresale en Pueblo Núñez a su ingreso: la capilla de la Iglesia Católica. Cada mes o 45 días llega el padre "Yiyo" en su moto para efectuar una misa. La enfermera dijo que el padre "siempre está con su palabra de aliento y repitiendo: no desesperen, ya va a llegar, tengan paciencia, Dios aprieta pero no ahorca, sigan luchando que vamos a salir adelante".